miércoles, marzo 28, 2007

Imaginación y fantasía

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El Subrealismo o Surrealismo, deforma las cosas. El REALISMO ONÍRICO, transforma las cosas. El Surbrealismo, cuando pinta una cosa o a una persona, la deforma. El REALISMO ONÍRICO, de la misma cosa o persona, pinta su realidad interna, toma un sinónimo suyo, la metamorfosea. El Subrealismo, toma una manzana y al ser esta deformada siempre hay algo que la identifica como tal. El REALISMO ONÍRICO, de la misma manzana hace una gota de rocío melífero o un cáliz floral lleno de néctar, la metamorfosis es absoluta. Una chica, en manos del subrealismo se modificará extravagantemente, la misma chica en manos del REALISMO ONÍRICO podría metamorfosearse en un manantial de aguas cristalinas con un fondo de un día de primavera o en un ojo enigmático abierto en la oscuridad más densa.

El REALISMO ONÍRICO, diferencia entre lo que significa imaginación y fantasía. La imaginación proviene de compartimientos íntimos nuestros, de allí donde nace y discurre un maravilloso manantial de aguas curativas, regeneradoras e inspirantes. En las orillas de este manantial viven las musas con todo el esplendor de la belleza, ellas traen toda la vitalidad de una sexualidad eternamente joven. Estas aguas poseen la vitalidad de la uva cristalizada en el vino para un ritual regenerante. La imaginación cultivada se convierte en inspiración y la perseverancia convertirá a esta en intuición conciente, en un conocimiento de las cosas en su exacta realidad. La fantasía no es más que una sombra de olor repulsivo saliendo de ignoradas covachas de nuestra mente. Allí vive lo salvaje nuestro, esas caricaturas lloronas que se empeñan en arruinarnos la vida.

En una ocasión luego de un largo discurso, oí concluir a un orador, refiriéndose a la fantasía que "...La fantasía es sólo fantasía...", significándolo como algo innocuo e inocente. Dentro de mi, repliqué: "¿Si una persona sea hombre o mujer, tiene la fantasía de tener relaciones sexuales con otra persona, es tan sólo fantasía? No lo es, la mente nuestra urde esas manifestaciones desde un asiento íntimo oscuro y tortuoso, de uno de esos antros donde se esconde la absurda lujuria. Si una persona tiene la fantasía de poseer los bienes: dinero, propiedades, de otra persona, sin mercerlo, es sólo fantasía? No lo es, entonces en nuestro interior ya existe la caricatura de la codicia. ¿Si una persona tiene la fantasía de asesinar a otra persona, es sólo fantasía? No lo es, estas escondidas manifestaciones de la mente surgen por que dentro de nosotros ya existe el monstruo del homicidio. ¿Si cualquier individuo tiene la fantasía de hurtar un banco, lo hace con todas sus consecuencias que pudieran derivar en otros daños a otras personas, es sólo fantasía? No lo es, significa que en nuestro interior ya vive con toda su perversidad el parásito del robo. ¿Si cualquiera de nosotros tiene la fantasía de humillar a otro congénere y causarle pequeños o grandes sufrimientos síquicos, es tan sólo fantasía? No lo es, estas delictuosas hazañas derivan de oscuros compartimientos de nuestros interiores, allí anidan los venenos del odio, del orgullo y de la venganza, aliados con otros monstruos que allí viven. La fantasía, por muy inocente que parezca, no es tan sólo fantasía proviene de una enfermedad interna.

La fantasía destruye, la imaginación crea.